OCTUBRE, soltar lo que ya maduró ...
Las hojas no caen, se
sueltan…
Siempre me ha parecido
espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy
cuenta que ninguna hoja “se cae”, sino que llegado el escenario del otoño inicia la
danza maravillosa del soltarse.
Cada hoja que se suelta es
una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden
en un gesto supremo de generosidad, y profundo de sabiduría:
La hoja que no se aferra a la
rama y se lanza al vacío del aire, sabe del latido profundo de una vida que
está siempre en movimiento y en actitud de renovación.
La hoja que se suelta,
comprende y acepta, que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa
que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas
soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento, traza un indecible canto
de libertad, y supone una interpelación constante y contundente para todos y
cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
Cada hoja al aire, me está
susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!
Cada hoja que se desata, queda unida invisible
y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad.
Con este gesto, la hoja realiza su más
impresionante movimiento de creatividad, ya que con él está gestando el
irrumpir de una próxima primavera.
Y una de las cosas que necesitamos aprender a "soltar" a "desprendernos", es de las interpretaciones que nos generan enojo. De esta manera, entrará en nosotros la verdadera primavera que ilumina los rincones.
Este video nos muestra un ejemplo de lo dicho:
Este video nos muestra un ejemplo de lo dicho:
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